domingo, 23 de mayo de 2010

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El domingo le rompió las costuras a la casa
Y toda,
roja, gorda y completa,
fue sumergiéndose sin tregua.

A pesar de que el agua hervía en la cocina,
No le importó el calendario,
los ojos hundidos del perro
o las fotos que naufragaban en las paredes.
Reventó las ventanas,
las sábanas tibias,
Fue máquina de hacer libélulas.
Se cansó del frío tallando promesas en el centro de la mesa,
se hartó de la puerta y sus adjetivos
para tratar de que nada duela.

Un camión pita a lo lejos
y mi vecina,
llena de ojeras y de hijos,
descubre que una casa gorda, de madera
sangra en su piso como ballena muerta.
Se da cuenta que nada queda de sus amapolas.
Del otro lado del patio
Empiezo a construir todo de nuevo,
en el fondo cambiante de una maleta muy vieja.

5 comentarios:

Silvia Piranesi dijo...

yyy mop. hardcore.

josémiguel dijo...

Poeta, me parece que las últimas tres entradas son una sola. ¿No te parece?

Anónimo dijo...

¡yai Mita! otro 8.7 en escala de la maravillización de mí por la placa Maciza :)

macizo dijo...

Pira, dedicao a teus.

Tuertico, sí... Variaciones de un mismo mismísimo tema. Tenés toda la razón. Yo también lo vengo sintiendo mucho de un tiempo para acá. Tá terremoteada la cosa.

Pulpe, jejejej, la placa Maciza haciendo subducción en las mismas obsesiones de siempre. Gracias a vos por pasar siempre a leer....Un gran abrazo y las ganas de echarnos unas de esas habladas nuestras con tecito de por medio.

Tartaruga dijo...

nada que hacer nada que hacer, usted esta sola señorita....

 
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