domingo, 23 de mayo de 2010

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El domingo le rompió las costuras a la casa
Y toda,
roja, gorda y completa,
fue sumergiéndose sin tregua.

A pesar de que el agua hervía en la cocina,
No le importó el calendario,
los ojos hundidos del perro
o las fotos que naufragaban en las paredes.
Reventó las ventanas,
las sábanas tibias,
Fue máquina de hacer libélulas.
Se cansó del frío tallando promesas en el centro de la mesa,
se hartó de la puerta y sus adjetivos
para tratar de que nada duela.

Un camión pita a lo lejos
y mi vecina,
llena de ojeras y de hijos,
descubre que una casa gorda, de madera
sangra en su piso como ballena muerta.
Se da cuenta que nada queda de sus amapolas.
Del otro lado del patio
Empiezo a construir todo de nuevo,
en el fondo cambiante de una maleta muy vieja.
 
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